lunes, 17 de octubre de 2011

Negro Adyacente (Oscuro)




Heme aquí,
antaño fuerte y fértil,
ahora ahogo en el desasosiego
e imploro ya conténganme,
mas no hay oyente alguno
que tan solo dedique un palpitar
a entender siquiera estas palabras.

Ni un oyente.

Sorprendido queriendo encontrar
oídos agudizados y diestros,
cuando ni siquiera el grito logra expandirse
a traves de este abismo nada
llamado soledad.

Tan sólo un envuelto en pijamas
y un conversar con ese ruido quejoso y amigo
que es el sonido de mi estómago
pidiendo otro mordisco a esa milanesa.

Trato de soñar,
pero río irónico e inerte,
los sueños ya grandes me quedan.

Se cuela en mi esa melodía
a la que atiendo y sin más razón
tarareo quejumbroso,
mientras la gata negra
se abre paso entre frazadas
y besa un cachete, el cual
ya no conoce el encanto femenino.

Comienza una cuenta
que enumera una por una
las razones del estado de espera,
y esos amaneceres dan el sí, prometedores.
Me creen idiota, sé que faltan milenios
para que su candente luz llegue
a este hemisferio.

Por ahora esta oscuridad absoluta mata,
este desértico frío entumece y paraliza,
no deja dormir.
La noche eterna respira tranquila,
se acomoda en su sillón
y ya no conoce sol alguno.

Observo y recuerdo al yo lejano,
satisfecho de amor,
que reía al recordarme oscuro y corrupto.

Pues, heme aquí,
negro adyacente y solo nuevamente,
rodeado de seres apaciguantes, horrendos,
putrefacciones deformes, galopantes,
diarreas foráneas en mentes ya no capaces.

La promesa del "yo: fuerte" se estremece.

El charco de agua puerca amenaza a estos pies,
esta arena movediza es difícil,
y pareciera vitorear a cuatro vientos:
Abarco kilómetros!!!

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